Después de un mes intenso de exámenes, a comienzos de febrero, un grupo de privilegiados tuvimos la suerte de formar parte de la expedición blanca en dirección a Sierra Nevada. Durante la semana previa algunos consultaron una y otra vez las previsiones del tiempo, que no hacían más que cambiar…
Salimos el viernes por la tarde y con un poco de retraso conseguimos llegar a cenar al Club Montañero Estudiante, donde nos acogieron estupendamente. Pudimos disfrutar de sus instalaciones y salas, que utilizamos para comer, jugar al futbolín y al ping-pong (incluso para dormir).
A duras penas conseguimos meternos en los coches con nuestros equipos a la mañana siguiente y nos pusimos en marcha hacia la montaña. El camino, lógicamente, tenía muchas curvas y, por desgracia, mucha nube. Pero eran nubes bajas: aunque llovía en Granada, el sol brilló en Sierra Nevada como en sus mejores días. Quedó un magnífico día de esquí, que muchos recordarán.
Ese primer día transcurrió rápido para muchos y algo más lento para los que experimentaban por primera vez este magnífico deporte. Subimos el telesilla Borreguiles hasta unas pistas sencillas para aprender. Cada circunstancia fue diferente pero gracias a algunos expertos docentes como Pedro, Alfonso o Íñigo, hasta los principiantes aprendieron a bajar, casi sin caerse, esta pista.
Otro grupo, tras refrescar «conceptos» básicos de este deporte nos atrevimos a subir al telesilla La Veleta,el techo de la estación, que llega casi hasta los 3395m y que permite bajar pistas largas y entretenidas. Los “enfermos de la adrenalina” se adentraron en las más difíciles y disfrutaron de lo lindo. Tras una mañana entretenida quedamos en la cafetería de la estación para contar experiencias y comer algo antes de seguir esquiando. La reunión de los grupos dio para un gran número de anécdotas y relatos. Después de comer nos hicimos una foto para el recuerdo.
La primera jornada terminó y, cansados, nos volvimos al parking donde habíamos quedado para descender a la ciudad de la Alhambra. Al llegar nos duchamos y pudimos participar en la Misa oficiada por nuestro cura esquiador, en la misma casa donde nos hospedamos, que posee una capilla bien cuidada y acogedora. A pesar del largo día hubo tiempo para una cena de tapeo por Granada. Más fotos y más anécdotas de caídas, encuentros, paisajes. Nos fuimos pronto a dormir porque aún quedaba un día más…
El domingo asistimos a Misa antes de salir hacia las pistas y además dejamos todo preparado y guardado para agilizar la vuelta a Madrid. Este día sí fue como anunciaron las previsiones: nublado, con mucho viento y frío.
Al llegar, cogimos el tele-huevo que sube hasta la estación central. Optamos por bajar “El Río”. Esta pista es sencilla, está iluminada para esquiar por la noche y tiene algún tramo empinado. También en esta pista reinaban la niebla y el frío (se congelaban las gafas y se veía algo mejor sin ellas: comprobamos que el problema es que entonces se helaban las pestañas).
La niebla se fue yendo y la bajada hasta el tele-huevo fue entretenida; alguno bajó por la pista “Maribel”, donde es preciso pasar por un túnel que convierte la experiencia en algo parecido a un videojuego. Aunque pareció un día de esquí más difícil, lo cierto es que lo pasamos igual de bien expertos y no expertos. Estos últimos, es verdad, comieron algo más de nieve que en la víspera.
El balance es fantástico: nuevos amigos, una gran ciudad y deporte intenso como pocos. El regreso a clase el lunes se nos hizo algo cuesta arriba, pero ahí estuvimos, como alumnos ejemplares. Que nos quiten lo esquiado…